En las últimas semanas he conversado con cinco empresarios por separado y casualmente todos ellos me han comentado su desilusión y desencanto al darse cuenta de que sus trabajadores los roban de distintas formas: robo de chatarra, no reportar ventas de servicios y quedarse con el producto de la venta, robo de combustibles, robo de materiales para construcción, robo de herramienta, etc. En mi experiencia, en las empresas en las que he trabajado se presentaron, casos de robo de pollo procesado, robo de combustible, robo de productos lácteos, robo de refacciones para vehículos, robo de lingotes de aluminio y bronce, etc.
El robo en las empresas por parte de sus propios trabajadores o empleados es muy común en nuestro país. Me comentaron el jueves pasado del caso de una enfermera de un hospital público que tiene en su casa toda una farmacia que incluye además de medicinas, material para curaciones y equipo médico, producto de sustracciones-y dale con los eufemismos- que ella ha hecho de forma ordinaria durante varios meses. Si pudiéramos contar el número total de empleados y trabajadores, hombres y mujeres, que descaradamente roban a las empresas en las que prestan sus servicios, de seguro sería una cifra por demás alarmante, es tan común este problema que prácticamente todas las empresas lo han sufrido de una u otra forma.
Quizá la mayor parte de las veces que esto sucede, lo que se roba es poco en cantidad y en monto, pero se realiza de manera repetitiva y en muchas ocasiones con la participación de varios cómplices- quién se da cuenta del robo y no lo reporta también es cómplice-. Se le puede llamar “robo hormiga”, es poco, pero muy frecuente y en algunos casos, puede llevar a la empresa a la quiebra. De acuerdo con Graciela Ríos, quien es asesora de empresas, existen otras variantes de estos casos hormiga: roba quien se lleva a su oficina materiales de la empresa tales como plumas, carpetas, engrapadoras, paquetes de hojas en blanco, cartuchos de tinta para impresora; roba quien altera las fichas de depósito, las notas de caja chica, los reportes de contabilidad; el chofer que al surtir la despensa para la oficina, agrega artículos para su hogar, y también roba el vendedor que reportando que ira a visitar clientes se va a su casa a dormir o se va con los amigos a tomar la copa; el que infla los gastos de representación que le da la empresa. También roban los que jinetean la cobranza de la empresa antes de entregarla, el cajero que intencionalmente entrega mal el cambio, el maestro que no prepara adecuadamente su exposición, y se podrían mencionar algunos cientos de casos más
¿Por que roban los empleados a la empresa que le da trabajo? En una película que se exhibió recientemente, una persona dice: “gano un sueldo X y mis gastos son Y, para que X sea igual a Y, no me importa como consigo la diferencia”. Quizá esa sea la forma de pensar de quienes roban en la empresa para la que trabajan. Muchísimos mexicanos ven en el trabajo solamente un medio para subsistir, una forma de ganar dinero. Solicitar empleo “de lo que sea” es la petición más escuchada, se busca trabajo, es decir, dinero. Otra variable que puede provocar que el empleado o el trabajador roben en su empresa es la desproporción entre el esfuerzo realizado y los logros obtenidos por ello y el trabajador se siente desmotivado hacia el trabajo, por ello se oyen frases como “el trabajo es tan malo que pagan por hacerlo”, “los jefes hacen que me pagan y yo hago como que trabajo”.
Las necesidades son los motores de la conducta, eso es lo que mueve a las personas a buscar su satisfacción. Una necesidad que ya esta satisfecha, pierde su efecto motivador y por otra parte, cuando la necesidad no tiene expectativas de lograr lo que se desea, se buscan otros caminos alternos como el caso del robo hormiga en lugar de optar por caminos más retadores y que exigen más esfuerzo.
Además del robo hormiga, existen otros problemas; en un análisis de la cultura organizacional de nuestro país, Horacio Andrade dice que el trabajo en equipo es prácticamente inexistente y que incluso a veces se boicotea a los demás para sobresalir y obtener logros. Por otra parte, se registran altos índices de ausentismo, de impuntualidad, alta rotación y fuerte incidencia de accidentes y enfermedades relacionadas con el trabajo. Para rematar, la legislación laboral y los sindicatos corporativos son tan protectores del trabajador que los empresarios saben que una querella, aunque sea por robo comprobado, será muy difícil y tardada resolverla y optan mejor, en muchos casos, por hacerse de la vista gorda.
Otro aspecto importante que explica-sin por ello justificarlo- el comportamiento de quienes roban en las empresas es que muchas veces los empresarios no valoran ni reconocen a quienes se esfuerzan y logran los objetivos de la empresa y es frecuente escuchar que dicen “para eso se les paga”, como si lo único que pudiera obtener una persona de su trabajo fuera dinero. El Dr. Frederick Herzberg ha demostrado que los verdaderos factores motivadores son el reconocimiento, el logro, el progreso, el crecimiento y en general los factores intrínsecos al trabajo. Estos elementos son los que contribuyen a la satisfacción en el trabajo, a la autoestima y a la autorrealización. En muchas empresas el liderazgo es autoritario, se abusa del concepto de respeto a la autoridad y a veces existe la idea equivocada de que para que las personas trabajen bien, hay que manipularlas y hacerlas creer en promesas falsas. A veces contratan vendedores comisionistas ofreciendo atractivos porcentajes de participación y una vez que se logran los resultados, deciden bajar los porcentajes de comisión para no compartir sus beneficios con quienes entregaron su esfuerzo, su tiempo y su confianza. Otras veces, a un empleado valioso, pero subvaluado, se le ofrece un aumento de sueldo solo cuando se sabe que esta buscando otras oportunidades de trabajo externas con altas posibilidades de conseguirlo. En estas empresas existe un alto grado de centralización del poder, de la información y de la toma de decisiones porque no se reconoce en las personas de niveles inferiores, la capacidad de actuar por si mismos. Las comunicaciones siempre son descendentes y verticales y por ello no se logra la integración de un equipo sólido. La queja frecuente de los trabajadores es que cuando cometen errores el castigo no se hace esperar y cuando el trabajo esta bien hecho, nadie lo nota.
La situación económica de nuestro país no permite que las personas tengan libertad de permanecer o retirarse en las empresas si están a gusto o no con sus condiciones de trabajo y la escasez de mano de obra calificada y de talento obligan a la empresa a conservar a ciertos empleados aun sabiendo que su comportamiento no es del todo honesto con la organización.
En una micro, pequeña o mediana empresa, la administración se lleva de forma empírica e informal provocando improvisaciones y esto puede provocar que los empleados y trabajadores aprovechen la falta de control para su propio beneficio. Los empresarios deben acercarse a quienes los pueden ayudar y orientar con claridad y sencillez, de acuerdo a sus necesidades.
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