jueves, 5 de marzo de 2009

Venezuela en jaque


- Robert Bottome y Norka Parra, de VenEconomía.

Venezuela lleva una década donde la agenda política ha privado sobre el interés nacional de garantizar la capacidad de producción, la creación de fuentes de empleo y la estabilidad económica. Hasta ahora, Chávez ha impuesto su sistema político personalista que acorrala la inversión privada, acosa el emprendimiento y destruye la industria privada.

Varios años de altos precios del petróleo le permitieron a Chávez mantener el país a flote, a través de una política de reparto, mediante su descomunal y descontrolado gasto público. La alta renta petrolera le dio una amplia capacidad de maniobra y el control de los poderes permitieron al Ejecutivo la flexibilidad de suplir el detrimento ocasionado a la industria privada; cubrir con importaciones la falta de producción nacional y ocultar la disminución de las fuentes de empleo generadas por sus políticas. Sobre todo, esa alta renta le sirvió para atenuar con “misiones” y dádivas las carencias de la población de bajos recursos.

Pero los vientos petroleros han cambiado, ya van más de seis meses con los precios del crudo en baja. Las divisas escasean en las empresas del Estado y las arcas públicas se vacían. Esta década dominada por el proyecto político de Chávez ha puesto al país en jaque, por la gran crisis económica en ciernes.

La industria venezolana está en el suelo y su capacidad de producción ha sido destrozada. Sin embargo, el Gobierno sigue privilegiando importaciones acordadas con gobiernos “aliados”, en detrimento de la industria nacional. Ejemplos de ello sobran. Una es la excepción del pago de IVA en la importación de 478,000 toneladas de cemento, con la excusa de que su insuficiencia incide en los objetivos del sector, pero lo que en realidad se busca es favorecer al Gobierno cubano. También cuando importa leche de Uruguay y Belarús, mientras incrementan los obstáculos a la producción nacional.

En resumen, con los actuales precios del petróleo, el proyecto político de Chávez es inviable. El Gobierno venezolano no podrá seguir alimentando los programas sociales y las misiones, ni podrá mantener el creciente ritmo de importaciones para satisfacer la demanda nacional de bienes básicos.
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El reto para Chávez, el mandatario con poder de reelección indefinida, es formular políticas coherentes para resolver los problemas reales de la población y viables para enfrentar la grave crisis.

A corto plazo, el mejor de los escenarios apunta a que la población venezolana sufrirá más controles, más inflación, más desempleo y mayor el desabastecimiento.

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