¿Va a ser Hugo Chávez una víctima más de la crisis financiera mundial? ¿Es la oposición venezolana golpista, corrupta y representante de los intereses de los ricos? ¿Viven los venezolanos en un país democrático?
Las respuestas a estas preguntas son tan importantes para el destino de Venezuela como lo es la respuesta que darán los votantes al referéndum en el cual se les pregunta si apoyan la reelección indefinida de su actual presidente. Vale la pena, por lo tanto, discutirlas.
Si cae el petróleo, cae Chávez. No necesariamente. Es verdad que la popularidad política de Chávez se basa en gran medida en la inmensa cantidad de dinero con la que ha contado gracias a los altos precios del petróleo. Así, la esperanza de sus adversarios es que la caída de los precios provocará una severa crisis económica que minará la popularidad del presidente, llevando eventualmente a su reemplazo. El hecho de que Venezuela ya sufre la inflación más alta del hemisferio y que el presupuesto de 2009 se basa en que el petróleo se venda a 60 dólares por barril, mientras que en realidad el precio ha estado por debajo de los 40 dólares, nutre estas esperanzas. Pero el apoyo popular no es la única fuente de poder. Hay muchos Gobiernos altamente impopulares que retienen el poder por la fuerza. Para esto la fraternal alianza de Chávez con Cuba e Irán le puede ser muy útil para obtener la asistencia técnica que necesite. Estos regímenes tienen una larga experiencia reprimiendo a sus opositores y serán generosos compartiéndola.
La oposición venezolana es oligárquica, corrupta y golpista.
No; sus líderes son jóvenes, independientes, de todas las clases sociales y de probada trayectoria democrática. El pilar fundamental de la mitología política que promueve Hugo Chávez es que él es el presidente de los pobres y que su escuálida oposición es una rica y corrupta oligarquía.
Sin embargo, desde hace años todas las encuestas concluyen que un tercio de los venezolanos está siempre a favor de Chávez, otro tercio siempre está en contra y el tercer grupo varía su apoyo dependiendo del tema.
Antes del referéndum todas las encuestas indicaban que el electorado estaba partido aproximadamente en dos mitades.
En Venezuela ni la clase media, ni los ricos llegan a sumar un tercio de la población, y mucho menos la mitad. Esto quiere decir que la oposición a Chávez incluye a millones de pobres. Y, actualmente, la fuerza de oposición más influyente, creativa y profundamente democrática es la de los estudiantes universitarios, quienes eran niños o adolescentes cuando Chávez llegó al poder hace una década. Con respecto a la corrupción, basta saber que siempre busca el dinero. Y, en Venezuela, el dinero lo controla el Gobierno.
¿Es Venezuela una democracia? Sí, si por democracia se entienden elecciones en las cuales el Gobierno hace uso indiscriminado y abusivo de los recursos públicos para influir en los resultados. O si por democracia se entiende un sistema en el cual, al perder el año pasado un referéndum sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente el presidente, Chávez anunció que lo volvería a repetir "tantas veces como sea necesario". O un sistema donde el presidente controla directamente el Parlamento, el Tribunal Supremo, el árbitro electoral, las fuerzas armadas, el banco central y la industria que es la principal generadora de divisas del país.
Independientemente de los resultados del referéndum, Hugo Chávez va a tener que gobernar en los próximos años un país muy distinto, en un mundo también muy distinto. Tendrá menos dinero para hacer frente a necesidades que aumentan a gran velocidad y deberá responder a expectativas sociales que aumentan aún más rápido.
El sector público del cual tanto depende el modelo de Chávez, especialmente para la ejecución de sus políticas sociales, es de una ineficacia abismal, tal como él mismo lo reconoce. Esta ineficacia aumentará al reducirse los recursos disponibles. Chávez también descubrirá que las sonrisas y aplausos de sus aliados internacionales menguarán proporcionalmente a los recortes en los regalos y subsidios que les daba. Y en la Casa Blanca tendrá a Barack Obama, no a George W. Bush. El Chávez de los próximos años cantará menos y gritará más.
Tomado de El País Internacional
Las respuestas a estas preguntas son tan importantes para el destino de Venezuela como lo es la respuesta que darán los votantes al referéndum en el cual se les pregunta si apoyan la reelección indefinida de su actual presidente. Vale la pena, por lo tanto, discutirlas.
Si cae el petróleo, cae Chávez. No necesariamente. Es verdad que la popularidad política de Chávez se basa en gran medida en la inmensa cantidad de dinero con la que ha contado gracias a los altos precios del petróleo. Así, la esperanza de sus adversarios es que la caída de los precios provocará una severa crisis económica que minará la popularidad del presidente, llevando eventualmente a su reemplazo. El hecho de que Venezuela ya sufre la inflación más alta del hemisferio y que el presupuesto de 2009 se basa en que el petróleo se venda a 60 dólares por barril, mientras que en realidad el precio ha estado por debajo de los 40 dólares, nutre estas esperanzas. Pero el apoyo popular no es la única fuente de poder. Hay muchos Gobiernos altamente impopulares que retienen el poder por la fuerza. Para esto la fraternal alianza de Chávez con Cuba e Irán le puede ser muy útil para obtener la asistencia técnica que necesite. Estos regímenes tienen una larga experiencia reprimiendo a sus opositores y serán generosos compartiéndola.
La oposición venezolana es oligárquica, corrupta y golpista.
No; sus líderes son jóvenes, independientes, de todas las clases sociales y de probada trayectoria democrática. El pilar fundamental de la mitología política que promueve Hugo Chávez es que él es el presidente de los pobres y que su escuálida oposición es una rica y corrupta oligarquía.
Sin embargo, desde hace años todas las encuestas concluyen que un tercio de los venezolanos está siempre a favor de Chávez, otro tercio siempre está en contra y el tercer grupo varía su apoyo dependiendo del tema.
Antes del referéndum todas las encuestas indicaban que el electorado estaba partido aproximadamente en dos mitades.
En Venezuela ni la clase media, ni los ricos llegan a sumar un tercio de la población, y mucho menos la mitad. Esto quiere decir que la oposición a Chávez incluye a millones de pobres. Y, actualmente, la fuerza de oposición más influyente, creativa y profundamente democrática es la de los estudiantes universitarios, quienes eran niños o adolescentes cuando Chávez llegó al poder hace una década. Con respecto a la corrupción, basta saber que siempre busca el dinero. Y, en Venezuela, el dinero lo controla el Gobierno.
¿Es Venezuela una democracia? Sí, si por democracia se entienden elecciones en las cuales el Gobierno hace uso indiscriminado y abusivo de los recursos públicos para influir en los resultados. O si por democracia se entiende un sistema en el cual, al perder el año pasado un referéndum sobre la posibilidad de ser reelegido indefinidamente el presidente, Chávez anunció que lo volvería a repetir "tantas veces como sea necesario". O un sistema donde el presidente controla directamente el Parlamento, el Tribunal Supremo, el árbitro electoral, las fuerzas armadas, el banco central y la industria que es la principal generadora de divisas del país.
Independientemente de los resultados del referéndum, Hugo Chávez va a tener que gobernar en los próximos años un país muy distinto, en un mundo también muy distinto. Tendrá menos dinero para hacer frente a necesidades que aumentan a gran velocidad y deberá responder a expectativas sociales que aumentan aún más rápido.
El sector público del cual tanto depende el modelo de Chávez, especialmente para la ejecución de sus políticas sociales, es de una ineficacia abismal, tal como él mismo lo reconoce. Esta ineficacia aumentará al reducirse los recursos disponibles. Chávez también descubrirá que las sonrisas y aplausos de sus aliados internacionales menguarán proporcionalmente a los recortes en los regalos y subsidios que les daba. Y en la Casa Blanca tendrá a Barack Obama, no a George W. Bush. El Chávez de los próximos años cantará menos y gritará más.
Tomado de El País Internacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario