Por Tomás Polanco Alcántara
He visto, tratado de cerca y sobre todo observado atentamente a bastantes presidentes de Venezuela y de otros países.
Mi propósito es elaborar un estudio histórico, político y jurídico sobre la institución presidencial que en su momento será dado a la publicidad.
Por ahora me quiero limitar a exponer, de manera resumida, las características que, en mi personal opinión, debe reunir quien pretenda ser Presidente de cualquier nación.
1. El Presidente debe ser persona respetable para que pueda ser tratado con la debida deferencia. Nada más grave para cualquier comunidad nacional que ser gobernada por alguien innoble y vil.
2. El Presidente debe tener una personalidad importante y reconocida, para que sea tomado muy en cuenta en las múltiples actividades internacionales a que obliga la diplomacia moderna.
3. El Presidente debe ser una persona culta, para que conozca bien y pueda referirse, con rigor y seriedad, a las exigencias y características de la vida contemporánea.
4. El Presidente debe ser persona inteligente para que le sea posible conocer, analizar y estudiar los problemas y situaciones diversas que tienen que enfrentar la República y el continente.
5. El Presidente debe ser un idealista y soñador para que, sin menoscabo de la realidad, lleve al país hacia adelante y no lo detenga en la Historia.
6. El Presidente debe ser un demócrata convencido, para que no sienta la tentación de ser autócrata.
7. El Presidente debe tener la fuerza moral suficiente para cumplir exactamente los deberes que le impone su juramento de respetar la Constitución y las leyes de la República.
8. El Presidente debe ser profundamente respetuoso de la libertad, de la justicia y de los derechos humanos.
9. El Presidente debe conocer la historia, la geografía, la gente, la economía, en cortas palabras la verdad de la vida nacional para que no crea estar en Cuba, Suiza o el Tibet.
10. El Presidente debe ser persona acostumbrada al trabajo constante para que pueda cumplir sus tareas y obligaciones.
11. El Presidente debe ser persona con formación demostrada a través de la realidad de una experiencia vivida y no de supuestas preparaciones no comprobadas.
12. El Presidente debe estar dotado de una personalidad firme y definida, que dentro de las natural variantes de la vida humana permita a los ciudadanos saber a qué atenerse frente a él.
13. El Presidente debe ser comprensivo y respetuoso de las ideas y convicciones distintas de las suya; saber oír a quienes las expresan.
14. El Presidente debe respetar las instituciones fundamentales del Estado y facilitarles el cumplimiento de sus tareas.
15. El Presidente debe estar respaldado por una historia personal limpia de atentados contra la democracia, la libertad y el respeto a las instituciones.
16. El Presidente no debe permitir a sus familiares, a sus amigos nada que no les conceda estrictamente la ley.
17. El Presidente debe llevar una vida privada intachable, pues en la época que vivimos la privacidad del jefe de Estado afecta a la actividad colectiva.
18. El Presidente debe ser defensor vigoroso y decidido de los intereses nacionales y el principal impulsor del desarrollo, transformación y cambios que país necesita.
19. El Presidente debe ser valiente y enérgico, sobre todo a la hora de adoptar las decisiones que requiera el bienestar de la República.
20. El Presidente debe ser profundamente honesto en la conducción, manejo y administración del patrimonio de la República.
Respeto extremadamente las ideas ajenas, pero que será muy difícil negar que un Presidente de la República necesita reunir esas veinte condiciones además de las que exige la Constitución.
En unos momentos como los que vive la República hace falta un Presidente de veinte puntos. No puede fallar en ninguno de ellos.
El único juez que debe apreciar si una persona reúne o no esos veinte puntos es el ciudadano momento de votar.
Entonces cada quien, frente a su conciencia, tiene que decidir cuál de los candidatos que aparecen en el tarjetón electoral le garantiza esos veinte puntos de modo firme y seguro.
Esa es la única oportunidad en la cual el ciudadano hace uso de su derecho a ejercer la soberanía como miembro que es del pueblo. No es un problema político, sino de naturaleza estrictamente nacional.(El Universal, Caracas: Octubre 28,1998, leído en Rodrigo Lares Bassa: Historia de un camino. Caracas: Cemex Venezuela, 2009, p.96).
No hay comentarios:
Publicar un comentario