martes, 14 de junio de 2011

Isabel Pereira: Venezuela sin arepas

¿Qué hubiese pasado si los trabajadores de Polar en Barquisimeto no le aplican un frenazo al gobierno? Probablemente tendríamos la crisis de la Harina pan que haría estragos entre los más pobres. Imaginen a Venezuela entera amanecer sin arepas.

El desabastecimiento estaría desnudando los estantes de los mercados en las urbanizaciones, pero sobre todo en los barrios, donde el salario mínimo es fortalecido por la provisión oportuna de alimentos Polar.

Sin embargo, sí hacemos un balance global, de esos que le gustaban a los comunistas en la década de los setenta, veremos que prevalecen las razones para ser optimistas. A diario se ven las manifestaciones de rechazo desde todos los sectores a las pretensiones del gobierno de imponer su famoso comunismo, hasta Ollanta, cual San Pedro lo ha negado más de tres veces.

Las evidencias surgen a diario, solo en el mes de Mayo más de trescientas manifestaciones han sacudido el país de norte a sur y de este a oeste.

Ya es evidente que el poder está del lado de los ciudadanos que son los que establecen los límites.

En esa confusa amalgama de medidas que el gobierno pone en marcha para tratar de recuperar su popularidad las más de las veces lo que consigue es un efecto boomerang. En el cinismo mostrado por el gobierno en el caso de la vivienda, fatídicamente las personas vivirán, luego de inscribirse en el censo, de recibir el fraudulento papel de propiedad y acariciar el lugar hipotético de la maqueta, la amarga experiencia del desengaño, inexorablemente sobrevendrá la resaca.

Si logran entregar un publicitado 10% de lo prometido esto será en las peores condiciones, sin cloacas, los primeros días con agua de cisternas, sin ningún tipo de urbanismo, es decir ranchos potenciales. En el caso de las expropiaciones de estacionamientos y todo tipo de inmuebles, el efecto será el mismo, corrupción, abandono, pérdida de empleos.

Los límites los ponemos nosotros, esto se vuelve cada día una realidad. Frente a la imposibilidad del gobierno de enrumbarse, de sintonizarse con los distintos sectores del país, los ciudadanos día a día recobran el poder que emana de la convicción de saber que el comunismo o socialismo no es la solución para nuestros males.

A la misma causa se unen ahora los trabajadores del restaurante La Huerta, quienes ante la absurda toma de sus espacios por el gobierno decidieron defender sus empleos con sus propias vidas. La lección está clara, la predica presidencial sobre las bondades del socialismo es derribadas sin misericordia por la realidad, los empleos desaparecen, la corrupción campea en las empresas etiquetadas “Hecho en socialismo”

Algunos aun incrédulos todavía se preguntan ¿pero si Lula que es socialista mejoró Brasil por qué no puede ser aquí? La verdad es que Lula en su última visita a Venezuela, además de cobrar, vino en combo con las más importantes empresas capitalistas brasileñas y luego se reunió con un grupo de los super maltratados empresarios venezolanos.

Sí ese es el socialismo, venga, pero me temo que Lula solo usa el rojo rojito para arrancar buenos negocios a Chávez, Correa y Evo, el trío fantástico. Sospecho que sus fraternales visitas a Cuba buscan posicionar a las empresas brasileñas en ese atractivo mercado turístico de USA y Europa, claro está en la cercanîsima era post Castros. Tremenda visión y pragmatismo la de este líder brasileño.

De todo esto queda una gran lección: Ya la época del miedo pasó, el monstruo socialista esta desdentado y sin fuerzas, queda, eso si, aguzar los sentidos, estar alerta si queremos desde el fondo que la democracia exista en nuestro país, a no calarse el disfraz de oveja que pueden vestir estos comunistas de pacotilla y sobre todo a ponerle limites, un paro a sus desmanes y amenazas, para algo somos mayoría. Cuidado, ¡podríamos amanecer sin arepas!
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